2015 - LA OTRA ORILLA - DE L'AUTRE CÔTÉ
La otra orilla o de orilla a orilla.
Cartagena es una ciudad donde la palabra identidad está a la orden del día, en su música sus manifestaciones artísticas, sus danzas. En las calles las discusiones de hechos históricos se dan en cada esquina, se cuentan las historias repetidamente en cualquier lugar del centro amurallado, en los coches, en las plazas, como un libreto aprendido al pie de la letra para aprovechar el paso de turistas, extranjeros y nacionales que quieren conocer la ciudad; historias que todos adornan o le ponen su toque particular para hacerla más interesante, pero que cada día se desvirtúan y la verdad de los acontecimientos se transforma en ficción o caricaturas y a veces se nos olvida quiénes fueron nuestros héroes, o a quienes hay que rendirles tributo, en una confusión de auto reconocimiento, o simplemente bajo la ideas aun atadas a relaciones de poder colonial.
La gran verdad es Cartagena es una ciudad donde la gran mayoría de sus habitantes son afro descendientes y esta identidad cultural así como la identidad del paisaje de origen es incivilizada, la problemática más grande de Cartagena es ambiental y esta se convierte en una crisis de identidad en la medida en que se destruye y se desconoce el paisaje de origen en este caso de manglares donde, esta exposición es un recorrido por la ciudad periférica y céntrica, la ciudad urbana y la ciudad rural, la ciudad inusitada y la ciudad conocida, la ciudad soñada y la ciudad de pesadillas, la ciudad de la historia y la ciudad contemporánea, la ciudad opulenta y la ciudad oprimida, la ciudad horizontal la ciudad vertical, pero todas estas unidas al final por un mismo paisaje el paisaje de aguas y manglares donde viven los verdaderos nativos marginados históricamente y que cada día son desplazados por el desarrollo urbano desmesurado y que se evidencian en cada pintura mostrando la inequidad social en que la ciudad se hunde cada día más, solo basta subirse a la cerro de la Popa y mirar alrededor sin el espíritu contemplativo del turista que trae en su imaginario la ciudad que le vende sino con el espíritu del ser humano o del artista que mira más allá que indaga y critica.
Parece que en la ciudad hemos asumido la palabra “identidad cultural” como un muro homogéneo de concreto rígido que se ha construido como un proyecto arquitectónico definido, establecido e impuesto en una historia manipulada y enunciada desde una sola orilla, la una clase dominante, sujeta a sus relaciones de poder y hegemonía. Siendo que la identidad cultural se forma poco a poco con los escombros de una historia fragmentada, historia que se construye y se reconstruye cada día a partir del relato, la memoria, y del mito[1] (Stuart Hall), es allí donde hay que escuchar diferentes narrativas y los puntos de vistas desde la “OTRA ORILLA”, en donde se esconden tímidamente las historias que aún no se han contado relatos que se guardan en la memoria real de una ciudad de mentiras, es esa la verdad que dice Hall que hay que escudriñar y sacar a la luz “Ésta es la identidad que la diáspora caribeña o negra debe descubrir, excavar, sacar a la luz y expresar a través de la representación cinematográfica”, en este caso en las representaciones sociales[2] de nuestro medio ambiente de nuestro origen.
[1] Stuart Hall identidad cultural y diáspora.
[2] Flores, 2009, Analiza las representaciones sociales de la educación artística como las alternativas simbólicas que se construyen a partir de la relación del ser humano con el medio ambiente desde lo cotidiano para materializarlo y comprenderlo.